La gestión de una herencia puede ser un proceso complejo y, en ocasiones, emocionalmente agotador. La distribución de los bienes de un ser querido fallecido, ya sea que haya dejado un testamento o no, sigue un camino legal específico. Entender este proceso es fundamental para evitar conflictos familiares y asegurar que todo se realice de forma justa y en conformidad con la ley.
La primera pregunta clave: ¿Existe un testamento?
El reparto de la herencia depende directamente de si el difunto dejó o no un testamento válido.
- Si hay testamento (sucesión testamentaria):
En este caso, la voluntad del fallecido es la que prevalece. El testamento actúa como una guía clara sobre cómo deben repartirse los bienes. Sin embargo, hay que tener en cuenta que en muchos países existen las llamadas legítimas, que son porciones de la herencia que la ley reserva obligatoriamente para ciertos herederos, como los hijos o el cónyuge.
El testador puede haber dividido sus bienes en:
- Tercio de legítima: La parte de la herencia que obligatoriamente se debe repartir a partes iguales entre los herederos forzosos (generalmente los hijos).
- Tercio de mejora: Un tercio con el que el testador puede favorecer a uno o varios de sus herederos forzosos.
- Tercio de libre disposición: La parte que el testador puede dejar a quien quiera, ya sea un familiar, un amigo o una institución.
- Si no hay testamento (sucesión intestada):
Cuando no existe un testamento, la ley es la que establece cómo se distribuyen los bienes. Como vimos en nuestro artículo anterior, se sigue un orden de prioridad de herederos, que varía ligeramente según el país, pero que comúnmente prioriza a los hijos y el cónyuge. La ley divide el patrimonio del fallecido entre los herederos legales, sin dar opción a favorecer a uno sobre otro.
Pasos para la repartición de la herencia
- Obtención del certificado de defunción y del certificado de últimas voluntades:
El primer paso es obtener el certificado de defunción y solicitar el Certificado de Últimas Voluntades. Este último documento es crucial, ya que nos indicará si el fallecido dejó un testamento y ante qué notario lo hizo.
- Inventario y valoración de los bienes:
Una vez identificados los herederos, se debe hacer un inventario completo de todos los bienes, derechos y deudas del fallecido. Esto incluye propiedades, cuentas bancarias, vehículos, joyas, inversiones, y también hipotecas, préstamos y otras obligaciones financieras. Es fundamental valorarlo todo para determinar el valor real de la herencia.
- Aceptación o renuncia de la herencia:
Los herederos tienen la opción de aceptar la herencia, que implica recibir tanto los bienes como las deudas, o de renunciarla. En caso de que las deudas superen a los bienes, es posible aceptar a beneficio de inventario, lo que significa que el heredero solo responderá de las deudas hasta donde alcance el patrimonio heredado, sin comprometer sus propios bienes.
- Liquidación de impuestos:
Antes de la repartición, es obligatorio liquidar los impuestos correspondientes, como el Impuesto de Sucesiones y Donaciones. El plazo para hacerlo es limitado, por lo que es vital actuar con celeridad.
- Adjudicación y reparto de bienes:
Finalmente, los bienes se adjudican a los herederos según lo establecido en el testamento o por la ley. Esto se formaliza a través de una escritura pública de partición de herencia ante un notario. En ella, se detalla qué bienes recibe cada heredero y se procede a la inscripción en los registros correspondientes.
La importancia del asesoramiento legal
El proceso de repartición de una herencia puede ser largo y con muchos matices legales. La asistencia de un abogado especializado en derecho sucesorio es altamente recomendable para garantizar que todos los pasos se sigan correctamente, se cumpla con la normativa fiscal y, sobre todo, para mediar y prevenir conflictos entre los herederos.
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